Prepara tu coche para el invierno y aumenta tu seguridad

Tener tu coche listo para el invierno te puede evitar más de un problema innecesario durante los meses de frío. Con estos consejos tendrás tu coche preparado.

 

Cuando llega el frío, la obligación de todo conductor es tener su coche preparado para el inverno.

1.- Neumáticos

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No solo hay que revisar que el dibujo y que las presiones de nuestros neumáticos sean las apropiadas. Con el frío, las ruedas suelen desinflarse ligeramente. Revísalo. Pero también presta atención al estado de la goma. El calor del verano y un uso abusivo pueden cuartear la goma del neumático y, con la crisis, cada vez son más los coches que se ven con las ruedas ‘en los alambres’. La cosa es mucho más grave que el, ya importante, riesgo de sufrir un reventón en plena marcha. Nuestro automóvil se apoya en la carretera sobre cuatro únicos puntos de pocos centímetros, de ellos depende todo el agarre al asfalto que tengamos y estas superficies deben evacuar el agua o la nieve si las hubiera.

Así que el dibujo del neumático debe estar en buen estado en todo el ancho de la banda. Si vas a circular por zonas con mucha agua o nieve, pide presupuesto en un especialista para montar unos neumáticos de invierno. Llevan un dibujo especial más profundo y la goma tiene un compuesto más blando y de mayor agarre en temperaturas frías (olvídate de los clavos, en España está prohibido circular con ellos y ni los vas a encontrar en las tiendas).
No te preocupes por tus ruedas actuales, si las tienes en buen estado pero crees que vas a necesitar comprar unas de invierno, puedes guardarlas hasta el verano y volver a montarlas cuando pase el frío. Incluso puede que, si no tienes dónde guardarlas, en el mismo sitio donde compres las de invierno te las almacenen hasta que las necesites.

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2.- Cadenas

Hay una amplísima oferta dentro del mercado de cadenas y otros inventos para circular sobre nieve. Las hay metálicas, textiles e incluso existen esprays que se aplican sobre la banda de rodadura y que dicen ofrecer un extra de adherencia (aunque te aconsejo que no los pruebes porque pueden dañar la goma, su efecto apenas se aprecia y además, se dispersa a medida que circulamos). También están los llamados ‘Spikes spider’, que se acoplan sobre la rueda de forma bastante rápida y llevan una serie de radios que ‘abrazan’ la goma del neumático. Algunas cadenas metálicas también llevan este sistema de montaje.
Nuestro primer consejo en este apartado es que tus ruedas deben estar en buen estado. Si no, las cadenas, o lo que uses, no serán de mucha ayuda.
En cuanto a estas cadenas, las metálicas suelen ser las más complicadas de poner, mientras que las textiles suelen ser menos resistentes. Recuerda que siempre debes ponerlas en las ruedas que mueven el coche. Si es tracción delantera (Renault Mégane, VW Golf, Seat Ibiza…) tienes que ponerlas en las ruedas delanteras. Si tu coche es propulsión trasera (BMW Serie 3, Mercedes-Benz Clase E, etc) las cadenas deben ir en las ruedas traseras y si es tracción total (4×4) la mejor opción puede ser montarlas en las ruedas delanteras para ayudar a la adherencia de la dirección. No olvides desconectar el ESP una vez montadas.

Recuerda guardarlas en un lugar accesible del coche. Esto te lo digo porque lo más común es que no estés cómodamente en el garaje de casa el día que tengas que ponerlas. Si la nieve te pilla en una carretera de montaña y tienes que parar en pleno arcén para bajarte del coche a montarlas, lo último que te va a ayudar es que las cadenas estén en el fondo del maletero metidas detrás de todo el equipaje con el que te has ido de viaje.

Por último, el tema de la Ley. Si la Guarda Civil de Tráfico anuncia que es obligatorio el uso de cadenas para circular por un puerto, los citados esprays y otros ‘inventos’ similares no sirven. Así que asegúrate que las cadenas que compras están correctamente homologadas. El único sustituto legal de las cadenas son los neumáticos de invierno y te aseguro que he tenido oportunidad de probar ambas cosas en condiciones extremas y la conducción es infinitamente más segura con unos neumáticos de invierno que con unas cadenas. Si, es cierto que implica mayor inversión y también mayor previsión (porque habrás tenido que comprarlos y montarlos previamente), pero con ellos puedes conducir con muchísima seguridad sobre nieve y, por otro lado, te ahorras tener que bajar del coche en mitad de una nevada para montar nada. Es cuestión de que calcules si vas a circular mucho por carreteras bajo estas posibles condiciones, como por ejemplo, gente que viaja todos los fines de semana a las estaciones de esquí.

3.- Frenos

El invierno es un momento obligatorio para revisar los frenos de nuestro coche. La lluvia, las carreteras heladas o la nieve pueden ponernos en situaciones comprometidas y, aunque el freno se usa de forma especial sobre superficies deslizantes, es importante que discos, pastillas, pinzas (o tambores, si los lleva) estén en buenas condiciones. El frío afecta a todos los materiales y en este caso estamos hablando de piezas cuyo funcionamiento va por fricción, así que es interesante revisarlos.

Que los frenos suenen o chirríen puede deberse tanto a unas pastillas en mal estado como a unos discos deteriorados. Si cuando accionas el pedal de freno notas que está demasiado blando, la cosa no va bien y puede que no solo sea un problema de las pastillas, sino que quizá tengas que revisar el nivel del circuito del líquido de frenos.

Te recomiendo que dejes esta operación en manos de un especialista. Este líquido es una sustancia altamente corrosiva y la manipulación del sistema de frenos suele requerir un purgado para sacar el aire que se haya podido meter al rellenar el circuito.
Cuando pisas el pedal del freno este líquido se bombea para aplicar presión interna en las pinzas, lo que hace que las zapatas se peguen al disco y se genere la fuerza de frenada. Así que una burbuja de aire en mitad del circuito puede dar fallos en la frenada y ser un verdadero peligro.
La tensión del freno de mano también puede indicar algún problema que haya que corregir si está demasiado blando y, aunque no es primordial para la conducción, puede que nos acordemos de él en algo tan sencillo como salir de una rampa de garaje helada.

4.- Líquido anticongelante

Bajo el capó de nuestro coche hay un depósito (normalmente, semitransparente) en el que van varios litros de un líquido de color (amarillo, rosa, verde… depende del fabricante) cuya composición lo prepara para superar las propiedades del agua a temperaturas extremas.
Es decir, que no se evapore por encima de 100 grados y que no se congele por debajo de 0 grados. Es el líquido refrigerante/anticongelante y en su nombre está definida su principal función: mantener la temperatura óptima del motor durante su funcionamiento (aproximadamente 90 grados).
En el mismo depósito debe haber unas marcas que indican el nivel máximo y mínimo que debe tener el circuito de refrigeración. Así que si está por debajo, compra una garrafa (suelen ser de cinco litros) en cualquier estación de servicio o gran superficie y rellénalo. No importa que lo mezcles con el anterior, aunque si este está muy deteriorado y se aprecia suciedad, puede ser conveniente sustituirlo todo por uno nuevo. Esto es mejor que te lo haga un mecánico, porque debe hacerse con el motor en marcha para que el líquido vaya circulando e ir echando el nuevo mientras el antiguo sale por otro conducto.
Ten cuidado al rellenarlo para no sobrepasar el máximo. No tiene por qué haber problema, pero en el depósito, llamado vaso de expansión, debe quedar suficiente espacio para que cuando el líquido regrese del circuito de refrigeración y su temperatura sea alta, no se salga. Tampoco pasa nada si viertes un poco al rellenar. No es un líquido corrosivo (como por ejemplo, el de los frenos) pero si utilizas un embudo evitarás tirar el líquido fuera del depósito.
Si oyes hablar de que este depósito se puede rellenar con agua, es cierto, no pasa nada salvo que puede quedar cal en el interior del radiador y otras partes del motor, pero como te he indicado, el líquido anticongelante tiene unas propiedades superiores para las condiciones extremas, que es justamente lo que intentamos combatir.

5.- Las lunas

Además de revisar los niveles del motor, el estado de los neumáticos o los frenos, hay otras partes del coche que debes preparar para el invierno. Es muy común que los limpiaparabrisas hayan tenido poco uso en verano. En muchas ocasiones, el calor los ha ‘pegado’ al cristal y cuando llega la primera tormenta o las primeras heladas vemos que apenas pueden retirar el agua o el hielo de la luna y ‘rebotan’ en sus pasadas. Cámbialos por unos nuevos antes de que los tengas que usar en plena tormenta. Son una pieza realmente sencilla de cambiar, los hay desde poco más de 10 euros y de ellos puede depender completamente tu visibilidad conduciendo en una carretera bajo una fuerte lluvia. No olvides, si tu coche lo lleva, revisar también el limpiaparabrisas trasero, no es menos importante.

El segundo elemento relacionado con las lunas al que hay que echar un vistazo es al nivel del líquido limpiaparabrisas. Su depósito también está bajo el capó y suele llevar un tapón de distinto tamaño y color al del líquido refrigerante, para evitar confusiones. Este depósito debe ir correctamente lleno y se puede rellenar sencillamente con agua (aunque la del grifo puede dejar cal en los conductos). Hay productos específicos que llevan cierta mezcla con jabones especiales y son más resistentes al frío. En tu caso, puedes recurrir a echar un poco de líquido anticongelante en este depósito. Con ello conseguirás que el agua que utilizas para limpiar las lunas (y también los faros si el coche lleva lavafaros automáticos) aguante mejor el frío y no te lo encuentres congelado cuando vayas a tener que utilizarlo un día en el que la luna esté sucia o helada.

Comprueba que la luna térmica trasera funciona correctamente. Llevas meses sin usarla y quizá te lleves una sorpresa cuando la necesites. Puede que, si no funciona, solo sea cuestión de cambiar un sencillo fusible.

Hablando de hielo, llegan los días en los que muchos de nosotros nos encontramos las lunas cubiertas de hielo cuando vamos a trabajar. Se habla de muchos remedios para evitar esto. Algunos son más caseros, como frotar una patata en el parabrisas, y otros más sofisticados como el uso de productos químicos especiales para ello. Lo más económico y efectivo es la paciencia y un sencillo rascador de cristales. Arrancamos el coche, esperamos que coja temperatura y conectamos la calefacción orientada a la luna para calentarla. Mientras, desde fuera vamos rascando hasta retirar todo el hielo o la escarcha. No eches agua porque a esa temperatura lo único que vas a provocar es más hielo y no uses los limpiaparabrisas hasta que la luna esté despejada, puedes dañarlos y no te van a quitar el hielo. Limpia la luna entera, de nada sirve hacer hueco con prisas para ver desde el asiento del conductor y llegar a un cruce y tragarnos un coche o a un peatón que se acerca por el lado derecho y que no hemos visto porque llevamos esa mitad de la luna llena de hielo. Recuerda repasar los espejos retrovisores, las ventanillas y también los faros y pilotos por si tienes que usarlos y que la luz que emitan se vea correctamente. En cuanto a las ventanillas, no intentes retirar el hielo bajándolas. Si la capa es muy gruesa puede que ni los motores de los elevalunas puedan bajar el cristal.

6.- El vehículo

Tras revisar los puntos más importantes hablamos ya de otro tipo de consejos ‘menores’ pero que pueden resulta muy prácticos para preparar nuestro coche para el invierno. En el habitáculo del coche, el mayor enemigo de cualquier conductor es el vaho. También se dice que hay productos «mágicos» para evitarlo, pero lo más barato (y también lo mejor) vuelve a ser lo más sencillo.

Cuando nuestros cristales se empañan es sencillamente porque la luna tiene la parte exterior muy fría y el aire de la parte interior (el habitáculo) está más caliente ya sea por el uso de la calefacción o por el mismo calor que desprenden los ocupantes (incluso cuando están sin ropa, ya me entiendes). Lo que hace que el vapor de agua se condense en la parte más caliente, es decir, por dentro. Abriendo ligeramente las ventanillas delanteras (una, o las dos para ser más rápidos) conseguiremos una corriente instantánea que equilibrará la temperatura exterior y la interior, haciendo que el vaho desaparezca de los cristales. Llevar a mano un trapo o gamuza en la puerta del conductor también te ayudará para limpiar el cristal. Y para evitar que vuelva a aparecer, conecta la calefacción del coche orientada hacia el parabrisas. Esto hará que el cristal coja la temperatura interior y no se vuelva a empañar. Si alguno de los conductos de ventilación está obstruido verás que esa parte del parabrisas se desempaña peor. Pasando una aspiradora por ellos puedes solucionarlo, salvo que esté realmente estropeado.

La organización dentro de tu coche es algo que también te puede ayudar en invierno. El maletero va en muchas ocasiones repleto de cosas que vamos dejando en el día a día, a lo que hay que sumar la posible carga del equipaje de viaje. Como te he comentado en el apartado de las cadenas, si las llevas, recuerda dejarlas en un lugar accesible, lo mismo que los triángulos de emergencia por si tuvieres que usarlos. El chaleco reflectante no debe ir en el maletero. Si te tienes que bajar del coche para montar unas cadenas debes tener el chaleco a mano antes de salir fuera y más si en el exterior hay condiciones de poca visibilidad como en mitad de una fuerte nevada.

Ten a mano también el teléfono de emergencias de tu compañía de seguros. Nunca sabes cuándo vas a tener que llamar a una grúa en invierno. Y, por último, te aconsejo que lleves en la guantera una linterna y sus pilas tengan carga. Parece una tontería, pero puede ser imposible montar unas cadenas en plena noche de inverno. Y ya que hablamos de pilas, asegúrate de que la batería de tu coche está en buen estado, porque el frío extremo exige un esfuerzo extra del motor de arranque y los calentadores del motor para ponerlo en marcha.

Por último, te recomiendo que laves periódicamente los bajos del coche con una manguera a presión. La sal que se echa en las carreteras para evitar el hielo se acumula debajo de la carrocería, son zonas que suelen ir menos protegidas y la sal genera mucha corrosión en ellas, como ocurre con muchos de los coches que son importados del mercado europeo para la compra-venta. Al lavarlo, ten cuidado de que no entra agua por el tubo de escape. Inmediatamente no pasa nada, pero puede acumularse en el catalizador (ese abultamiento que hay antes de la salida de escape) y acabar dañándolo.

Fuente: Motor.es